Dentro del curso de Catequesis del 2017, del Arzobispado de Madrid, Elena Andrés Suárez, Directora de Contenidos del Posgrado Experto Universitario, presentó la ponencia "Acompañar la interioridad".
Si desea escuchar la ponencia:
https://www.youtube.com/watch?v=6jzp_6SSf4Q
Aquí se trascribe la parte 4.3: "En éxodo hacia uno mismo para encontrarse con Dios"
* Para
emprender procesos de crecimiento personal,
es necesario desear crecer.
* Escuchar los
anhelos más hondos implica actuar,
poner los medios para ir alcanzando el
cumplimiento
de los mismos.
* Todos
necesitamos personas que nos ayuden, nos
motiven, nos acompañen en el proceso
de
crecimiento personal.
* Sólo quien ha
sido liberado puede liberar. Será
buen acompañante quien antes haya atravesado
sus
propios desiertos interiores y haya encontrado el eje
unificador de su
vida.
* Quien desee
desplegar su ser, deberá ponerse en
camino y atravesar sus desiertos
interiores, conocer
sus carencias, reconocer sus zonas estériles,
atravesar sus
opacidades.
* Saber hacia
dónde se va, cuál es el horizonte del
camino, ayuda a afrontar el paso a través
de
l desierto. La tierra a la que llegaremos no es otra
que la realización de
nuestra persona en todas sus
potencialidades.
* No hace falta
tenerlo todo muy claro para
emprender procesos de crecimiento personal. Basta
con desearlo de todo corazón, desear ser plenamente
quien se es.
* La gran
tentación de la seguridad a cualquier
precio, siempre asaltará a quien se pone
en éxodo
hacia sí mismo. Cualquier viaje (también el
espiritual) supone aceptar
la pérdida de niveles de
seguridad.
* Es necesario
que nos pasen cosas, que la vida nos
afecte, para poder construir nuestra
identidad. En la
vida, cargada de acontecimientos, me conozco y te
conozco. En
la vida Dios sale a mi encuentro y yo le
reconozco.
* Dar a luz lo
que uno es, supone una larga
gestación. Se necesita mucho tiempo para construir
la propia identidad. La vida entera es proceso.
* Hay lugares
interiores en los que hemos de
adentrarnos solos. Hay experiencias que hemos de
vivir por nosotros mismos. Un buen acompañante
sabe cuando “desaparecer”.
* Si estamos
abiertos a los demás, en actitud
receptiva, toda relación se convierte en
fuente de
crecimiento. No cerrarse a nadie, no “engancharse”
a nadie sanea
nuestro mundo de relaciones y nos
ofrece posibilidades nuevas.
* Llegar a
vivir desde el centro de uno mismo supone
luchar contra los “pueblos enemigos”
que hay dentro
de nosotros. Siempre hay algo que mejorar, algo de
lo que
librarnos… El proceso nunca se detiene.
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