En
 la fiesta del Corpus Christi, los cristianos adoramos la presencia real
 de Jesucristo muerto y resucitado por nuestra salvación bajo las 
especies sacramentales del pan y del vino consagrados. En este día 
acogemos la invitación de Cáritas a crecer como comunidad de hermanos y a
 participar en la Eucaristía, sacramento de comunión con Dios y con 
nuestros semejantes. De este modo, cuantos comemos de un mismo pan no 
sólo somos invitados a formar un solo cuerpo, sino a crecer en la 
espiritualidad de comunión que dé sentido y anime nuestro compromiso 
social en favor de los que sufren.
Vivamos en comunión
Con
 el lema “Llamados a ser comunidad”, Cáritas nos invita en su campaña 
institucional a poner el foco de atención en la dimensión comunitaria de
 nuestro ser, como eje fundamental de nuestro hacer al servicio del 
Reino de Dios y del proyecto de transformación social en el que estamos 
empeñados en el ejercicio de la caridad.
El redescubrimiento de nuestro ser comunitario es el punto de partida para superar nuestros intereses individuales, los comportamientos autorreferenciales y colaborar con el Señor en la construcción de un mundo en el que la experiencia del amor de Dios nos permita vivir la comunión y construir una sociedad más justa y fraterna.
La comunidad, nos recuerda Cáritas, es el ámbito donde podemos acompañar y ser acompañados, donde podemos generar presencia, cercanía y un estilo de vida donde el que el que sufre encuentre consuelo, el que tiene sed descubra fuentes para saciarse y el que se siente excluido experimente acogida y cariño. En la comunidad podemos responder al mandato de Jesús, que nos mandó dar de comer al hambriento (Mc 6,37) y podemos implicarnos en el desarrollo integral de los pobres, buscando los medios adecuados para solucionar las causas estructurales de la pobreza.
 Sólo
 así podremos encontrar salidas a nuestra realidad social, más centrada 
en la búsqueda de intereses egoístas, en la agresividad ideológica y en 
la permanente descalificación del otro que en el descubrimiento de lo 
que nos une y nos enriquece a pesar de las legítimas diferencias. 

