El
18 de marzo de 2016 los miembros del Consejo Europeo (Jefes de Estado y
de Gobierno) se reunieron con su homólogo turco para firmar una
declaración en la que acordaron medidas adicionales para “poner término a
la migración irregular desde Turquía a la UE”.
Se
trata de un acuerdo internacional, solo que disfrazado bajo el nombre
de declaración. Un acuerdo internacional hurtado al control democrático
del Parlamento Europeo, que no ha sido objeto de ratificación ni está
publicado en Diario Oficial alguno. Además, el acuerdo genera
discriminación en base a la nacionalidad, ya que sólo contempla el
reasentamiento desde Turquía de personas sirias.
Para
poder declarar la inadmisibilidad de las solicitudes de protección de
las personas que llegan a las islas griegas, el acuerdo califica a
Turquía como tercer país seguro, a pesar de las evidencias de la
deteriorada calidad democrática del régimen y la violación de los
derechos humanos, tanto de los ciudadanos disidentes como de las
personas migrantes y refugiadas.
Aunque
las autoridades europeas se felicitan por el buen funcionamiento del
acuerdo, no es cierto: miles de personas permanecen en un limbo
jurídico, como huéspedes temporales en Turquía y en campos en las islas
griegas viviendo en pésimas condiciones.
El
acuerdo responde a una estrategia política europea en plena expansión
dirigida a cerrar nuestras fronteras, considerando terceros países
seguros a otros de los que proceden o por los que transitan importantes
flujos de migrantes y refugiados, y a aumentar sustancialmente las
expulsiones desde Europa, como se deriva del nuevo Plan de Acción de la
Comisión Europea sobre retorno que, con un lenguaje confuso permite
incluso el internamiento de menores. Otro caso sangrante es el acuerdo
con Afganistán para la readmisión de todas las personas afganas que
expulse la Unión Europea aunque no es el único. Actualmente hay
negociaciones similares de control migratorio y readmisión a cambio de
diversas contraprestaciones por parte de la UE con Libia, Etiopía,
Níger, Nigeria, Senegal, Malí y Túnez.
Se
trata de acuerdos internacionales en los que se propone exclusivamente
el control de los flujos migratorios y el cierre de nuestras fronteras
incluso vulnerando las garantías mínimas de Derechos Humanos y
Protección Internacional, aumentando la presión migratoria sobre países
que no cumplen dichos estándares ni tienen capacidad para garantizarlos.
La Unión Europea, lejos de habilitar vías legales y seguras, genera
cuellos de botella para los cientos de miles de personas que vienen
huyendo de la guerra, la persecución o quienes se ven forzados
desplazarse por las consecuencias del deterioro medioambiental o la
ausencia de oportunidades de vida en sus países.
Es
una solución cortoplacista, que evidencia su ineficacia y provoca
violaciones de Derechos Humanos de las que todos los gobiernos son
materialmente responsables. Tampoco es una respuesta al crecimiento del
populismo o de la quiebra del modelo Europeo, viola diversos acuerdos
internacionales y se deriva la responsabilidad a otros Estados.
Exigimos
-
Que la Unión Europea asuma su responsabilidad como actor internacional
en coherencia con sus valores constituyentes y con su identidad, lo cual
supone promover un papel activo en la defensa y de los derechos humanos y de la paz tanto por parte de la UE como de los Estados Miembros. Estos principios han de regir todas las políticas comunitarias.
-
Dejar de externalizar las responsabilidades europeas de protección en
manos de terceros países pretendidamente seguros, sobre la base de que
proporcionen una “protección suficiente”, si no garantizan una
“protección efectiva”, con unos estándares similares o superiores a los
del sistema europeo que se pretende reformar. Un año después sabemos que
los resultados se cuentan en víctimas, en vidas que debían haber sido
protegidas y que han sido truncadas. Existe un incumplimiento del
Derecho Internacional por parte de la UE y de cada uno de sus Estados
Miembros.
-
Dejar de presentar el acuerdo UE-Turquía como resultado de una política
que convertir en modelo de otros acuerdos similares. Ha sido un
"acuerdo" no democrático, volátil, que depende de la "buena voluntad" de
Turquía. El modo de abordar la crisis de refugiados como cuestión
candente, mina los derechos reconocidos a las personas migrantes
forzosas, no supone la solución efectiva que la sociedad civil europea
reclama.
-
Aumentar los fondos de AOD de la UE y de los Estados miembros para
promover la paz, la estabilidad y la prosperidad en las zonas de origen
de las migraciones forzadas. y aliviar la presión que soportan los
países de origen, acogiendo a personas desplazadas internas; y vecinos,
acogiendo a personas refugiadas.
-
Promover la Educación para la Ciudadanía Global como parte esencial de
la política de Cooperación Internacional para el Desarrollo, y de las
políticas educativas, con el fin promover sociedades favorables a la
acogida y con capacidad para analizar e interpretar las causas de las
migraciones forzadas desde una perspectiva de Derechos Humanos, así como
para integrar la diversidad de forma positiva.
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